sábado, 29 de agosto de 2009

Otra vuelta de endeudamiento y van....

“Mas que un Bono, lo que la Legislatura le aprobó al macrismo es un certificado de ineficiencia para una gestión deslucida, errática e inoperante, y cada vez más cara”. Así definió el presidente del Frente Grande de la Capital, Alejandro Otero, a la Ley que le permitirá al PRO endeudarse con proveedores hasta el fin de su gestión.

“La fenomenal transferencia de fondos desde los bolsillos de los porteños hacia los amigos del poder continua por la vía de los ajustes de precios de los contratistas, las compras directas, la expansión de la estructura y el endeudamiento. Macri bate récords de presupuesto año tras año y nadie nota mejora alguna en la calidad de vida urbana. Eso si: hay vereditas coquetas”, precisó Otero.


Es cada vez más notorio que el macrismo tiene un proyecto para la Ciudad: endeudarla. Pero no son recursos lo que le falta a la Ciudad. Falta un proyecto de Ciudad y convicción para realizarlo”, finalizó Alejandro Otero.

domingo, 23 de agosto de 2009

La reforma tributaria: una deuda todavía pendiente

A poco de asumir, el gobierno K sorprendió con una serie de iniciativas que rápidamente conectaron con el imaginario popular. Derechos Humanos, Renovación de la Corte Suprema, Paritarias Libres... En el marco de la recuperación del crecimiento económico, estas cuestiones contribuyeron a que el humor de las mayorías se volcara en su favor.

En ese contexto, se extendió la caracterización de “gobierno en disputa”, para dar cuenta de las distintas perspectivas, intereses y urgencias que atravesaban la agenda gubernamental. Aquella definición no parece haber perdido vigencia. Esto no quiere decir que no se hayan saldado cuestiones que integraban aquellas disputas. Algunas bien y otras no tanto. Entre esas que no se han saldado o que no se han saldado bien todavía, sobresale la reforma tributaria.

Tan enunciada como pospuesta, y pese a las enormes y significativas mejoras que en materia de financiamiento del sector público han introducido los gobiernos K, el sesgo fuertemente regresivo del sistema tributario y el agotamiento del federalismo fiscal argentino, herencias de la etapa neoliberal, hay que decirlo: perduran.

Ahora bien, ¿por qué es imprescindible encarar una reforma tributaria en la Argentina? O mejor, ¿desde qué perspectiva es imprescindible encarar una reforma tributaria? Veamos. Quién postule la necesidad de avanzar en la redistribución del ingreso, necesariamente va a tener que plantearse esta cuestión. No es el único motivo para planteársela. Uno podría también fundarla en la necesidad de fortalecer el federalismo fiscal argentino, en la conveniencia de asegurar la sustentabilidad de largo plazo del Estado o en la promoción de un modelo productivo que aliente la inversión. Y tal vez en otras razones adicionales.

Pero la distribución del ingreso en la Argentina actual, subyace de modo ostentoso como obstáculo severo para consolidar un modelo de país productivo e integrado, que promueva de modo sostenido la mejora en la calidad de vida de todos sus habitantes. Veamos entonces un par de grandes motivos para impulsar la reforma tributaria desde la perspectiva de la redistribución del ingreso.

Avance. En los últimos años, la recaudación (en cantidad y calidad) ha mejorado notablemente respecto de la década pasada. La presión fiscal efectiva nacional se incrementó, pasando de un promedio del 19% del PBI al 30% de la misma variable. En gran medida, este crecimiento se explica por la vigencia del impuesto a los débitos y créditos bancarios y por los derechos de exportación e importación.

Por su lado, la expansión de los mecanismos de retención y percepción de impuestos y otras mejoras de la administración, han introducido dificultades y bloqueos al incumplimiento tributario que mejoran la performance de ingresos y también ayudan a explicar ese incremento. De hecho, en la actualidad, algo más del 55% de la recaudación se garantiza por mecanismos compulsivos o concentradores de recaudación.

Asimismo, la participación de los recursos provenientes de los ingresos y el patrimonio se incrementó y en consecuencia disminuyó la presencia de los gravámenes al consumo, que hoy explican no más del 56% siendo que representaron casi el 70% del total.

Sin embargo, al mirar con mayor detenimiento, resulta difícil aseverar que se haya superado el sesgo regresivo del sistema. En efecto, un IVA casi plano que impone la misma alícuota del 21% a casi todos los consumos; un impuesto a las ganancias que en más del 60% proviene de empresas que pueden predefinir su alcance y trasladarlo en los precios hacia los consumidores y, del resto, la mayor parte proveniente del trabajo personal; sumado a un gasto tributario que supera el 2% del PBI y que en buena medida se debe a las exenciones a las rentas de capital y financieras o a beneficios al capital más concentrado, componen un cuadro de situación en la inercia del heredado.

Bajo la influencia de las ideas neoliberales se alentaron la eliminación del impuesto a la herencia, el olvido del gravamen a la renta potencial de la tierra, la consolidación del trato laxo a las rentas de capital y financieras y a las ganancias extraordinarias, la generalización del IVA a tasas elevadísimas, entre otras medidas en el mismo sentido regresivo. No casualmente, la brecha entre ricos y pobres pasó de ser de 7 veces a más de 30. El debilitamiento de la tributación directa, y en particular del Impuesto a las Ganancias, siempre se traduce en concentración económica y desigualdad.

En relación con el consumo, vale la pena recordar que entre las brutales transformaciones tributarias que Cavallo promovió y que afectaron el financiamiento del Estado, como la privatización previsional y la rebaja de los aportes patronales, se cuenta la derogación de numerosos impuestos internos que tendían a gravar de modo diferencial el consumo suntuario.

No estamos postulando la necesidad de volver al pasado, pero destacamos que desde entonces y hasta el presente el sistema tributario argentino no ha recuperado instrumentos que le permitan gravar adecuadamente los consumos superfluos. Cuestión relativamente sencilla de implementar y de alto impacto en términos redistributivos e incluso antiinflacionarios. No extraña entonces que en este cuadro de situación, algunas mediciones en base al índice de Ginni, aún con todos los reparos que se puedan establecer, tienden a evidenciar que la distribución del ingreso –ya regresiva– empeora tras la incidencia de los impuestos.

Redistribución.
El fenomenal proceso de concentración económica que alentó la etapa neoliberal, a la par de profundizar la asimetría distributiva del ingreso, hace que los trabajadores mejor pagos del país se concentren en un puñado de actividades y empresas. Por su parte, el tipo de recuperación económica y cierta inercia histórica mantienen a un número importante de los trabajadores en la informalidad laboral. Esta situación, con independencia de que un mayor grado de eficacia en el control estatal pueda ayudar a corregirla en parte, resultará perdurable.

En ese contexto de fuerte concentración económica e informalidad extendida, el poder redistributivo de los salarios se ve fuertemente limitado y requiere de otros instrumentos para resultar eficaz. Dicho en otros términos, en la situación actual, la expansión del empleo y la recuperación de salarios por encima de la inflación y el crecimiento de la productividad mejoran sin dudas el nivel de vida de los trabajadores, pero en términos de redistribución de la riqueza su poder de reversión es bajo.

El gasto público, su orientación y eficacia, puede contribuir a mejorar la situación. Si a través del presupuesto público se garantizara, por ejemplo, acceso a la salud, la educación, la vivienda y la alimentación a todos los habitantes del país, mucho es lo que, respecto de la situación presente, se avanzaría en términos de redistribución. Otro tanto lograría la cada vez más popular medida del subsidio universal por hijo. Pero el sistema tributario también debe ayudar a resolver la tarea pendiente. El consabido apotegma neoliberal que insiste en limitar al gasto el impacto redistributivo, postulando la supuesta neutralidad de los tributos, en realidad brinda una coartada fenomenal a la concentración de la riqueza y los ingresos para fugar del poder tributario.

El financiamiento del gasto, sus fuentes y sujetos alcanzados, incide sobre la distribución del ingreso, nunca es neutro. No alterar la incidencia actual, fuertemente regresiva, tiende a validarla, no a convertirla en neutra.

Por su parte, la reasignación de los flujos de ingreso generados en la actividad económica es condición necesaria para equilibrar las asimetrías distributivas consolidadas en la década pasada. Pero dado el proceso de acumulación en la concentración del capital de los últimos treinta años y sus consecuencias, los stocks de riqueza requieren ser afectados, de lo contrario, la concentración en sí resulta un reaseguro del proceso de concentración y desigualdad, en tanto tiende a replicar y reproducir sobre los flujos la distribución preexistente.

En otros términos, la desigualdad genera desigualdad y la concentración más concentración. A menos que el sistema tributario corrija.

Nota publicada hoy en el diario Miradas al Sur. Link a la nota: http://www.elargentino.com/nota-54886-La-reforma-tributaria-una-deuda-todavia-pendiente.html

domingo, 2 de agosto de 2009

La PROlicía de Macri

Sin dudas grave, lo del "Fino" Palacios es también parte de un problema mayor. Bien merecido el repudio generalizado a su nombramiento. Oportuna la cuestión para hacer un aprendizaje y establecer un método de selección más democrático de semejante cargo. Pero a no engañarse, el probema no se termina ahi.  Es evidente que la creación de la policía metropolitana, desde el punto de vista de mejorar las condiciones de seguridad general, carece de sentido. El traspaso y redefinición de la Federal era el camino. Esta doble policía en un mismo territorio va a traer cola. Y de la mala. Los esfuerzos del ministro por situar a la "nueva fuerza" en un ámbito de competencias distinto de la Federal no han hecho más que agigantar la inquietud. Dijo que se dedicará a evitar piquetes (inmediatamente frente a esa declaración, surge la cuestión de la criminalización de la protesta social). "De ninguna manera", dice el ministro. Nadie le cree. El problema se acerca a su punto de no retorno, el día en que ambas fuerzas estén en la calle.
   Mientras tanto, el verdadero sentido de esta fuerza de seguridad metropolitana se hace notorio. Esos nuevos agentes son maniquíes. Como esos que lucen en los locales de venta de indumentaria. Muñecos que sirven para colgarles cosas. Pistolas, chalecos, radios, en fin: aparataje variado y móviles. Vean si no. Las compras por contratación directa avanzan con prisa y sin pausa. ¿Cuánto terminará costando el chiste de esta fuerza metropolitana de seguridad? Nadie lo sabe. El gobierno habla de 500 millones. ¿Salarios y equipamiento o sólo salarios?Tampoco sabemos si disminuirá el delito. Pero sí nos consta que el déficit de la ciudad crece. Cerca de 1.000 millones este año. Y con él la deuda. Lo dijimos: la gestión PRO no ha demostrado ser mejor que otras, pero sí sensiblemente más cara. Parece que no se va a cansar de demostrarlo. La GranPro: Cara pero peor.