sábado, 9 de noviembre de 2013

Carta Abierta al Decano de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA)

Difundo como Carta Abierta la que le enviara al Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA), Alberto Barbieri, a raíz de un olvido significativo en el marco de los reconocimientos del centenario de nuestra Facultad.


***
Sr Decano
Facultad de Ciencias Económicas (UBA)
Prof. Alberto Barbieri

De mi consideración

Supe por los medios y comentarios casuales que, como parte de los festejos del centenario de nuestra Facultad, se ha otorgado un reconocimiento a quienes fueron Consejeros de nuestra casa de estudios en el marco de la democracia (Suplemento ECON; Página 12 del 6/10/13; pag. 8). Desde ya quiero saludar la iniciativa, que otorga un merecido recuerdo a quienes, en el marco de la pluralidad que predominó a lo largo de estos años en nuestra Facultad, han trabajado para que mantengamos y mejoremos el nivel de formación académica y para que propaguemos desde la UBA el aporte de las ciencias económicas a la sociedad toda.


Sin embargo, no quiero pasar por alto que se ha omitido en ese reconocimiento a quienes fuimos parte del Consejo Normalizador Consultivo que fuera creado (1984) a instancias de la intervención de la UBA que, a efectos de normalizarla, impulsó el gobierno radical emergente de las primeras elecciones constitucionales tras la última dictadura militar que padeciera el país. 

Me parece importante dejar en claro que aquel Consejo fue parte de la democracia, tanto que sin él la normalización no hubiera sido posible y entonces no merece haber quedado de lado en esta oportunidad en la que, justamente, se reconoció a quienes actuaron como Consejeros en la democracia. Para mejor considerar esta afirmación conviene repasar un poco la historia. 

El fracaso de la demencial aventura de Malvinas debilitó a la dictadura más sangrienta de la historia del país y en ese marco los estudiantes de entonces, junto a otros actores sociales y políticos, redoblamos la lucha por la recuperación de espacios de participación y representación democrática, como parte del camino a poner fin a la dictadura militar y retornar a la vida constitucional en el país. En el caso particular de nuestra Facultad, las primeras elecciones del CECE se celebraron a mediados de 1983, antes de las elecciones generales, y ese acontecimiento, coordinado con la recuperación de otros centros de estudiantes en la UBA y también en otras universidades del país, favoreció el resurgimiento del movimiento estudiantil universitario en la Argentina y aceleró el debate por la normalización universitaria en general y de la UBA en particular. 

El debate fue importante y abrió un abanico muy amplio de tópicos, desde el financiamiento (recordemos que la dictadura intentó arancelar la enseñanza universitaria y la lucha contra el arancel fue, junto a la lucha con los organismos de DDHH, la que permitió consolidar a ese incipiente movimiento estudiantil en recuperación), hasta la modalidad de ingreso. Pasando por la reincorporación de los profesores cesanteados, la anulación de los concursos sustanciados bajo la dictadura y el llamado a nuevos concursos docentes y, por supuesto, la vuelta al cogobierno y a la autonomía. En ese marco, la intervención para normalizar la UBA recibió el apoyo del movimiento estudiantil y, a diferencia de lo que sucedió con los claustros de graduados y docentes, el movimiento estudiantil designó orgánica y democráticamente a sus representantes porque tenía autoridades electas en las direcciones de sus Centros de Estudiantes, en nuestro caso particular los tres representantes designados al Consejo Normalizador Consultivo éramos miembros de la dirección del CECE, electos en forma directa por los estudiantes. 

Hago esta aclaración porque mal podría decirse que se homenajeó como Consejeros de la democracia sólo a quienes fueron electos como tales. Si ese hubiera sido el criterio adoptado se incurre en un doble vicio. Por un lado, se le niega a aquella representación estudiantil su legítimo carácter democrático que incluye, como se ha señalado, la condición de electos de sus representantes. Por otro lado, se reduce a la democracia al hecho de votar. La democracia supone también la lucha por los derechos y, en aquel contexto, por la recuperación de los derechos cercenados por la dictadura, desde el mismo CECE hasta la participación en el gobierno universitario. Aquel Consejo Normalizador Consultivo fue entonces parte inequívoca de la reconstrucción democrática de la UBA y de la vida del país, con prescindencia de si fueron electos o no sus miembros, que los hubo de ambos. 

Pongo a disposición copia de las Resoluciones que pusieron en marcha aquella instancia y sus fundamentos. 

A la espera de que esta modesta contribución repare un olvido o un error de apreciación sobre aquél Consejo Normalizador Consultivo, lo saluda cordialmente, 

Mg. Alejandro Otero

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