jueves, 16 de octubre de 2014

El lugar de K

Es frecuente que se compare a la crisis actual del capitalismo con la de 1930. Es cierto que tienen similitudes. Pero también diferencias significativas. Al menos dos. Una. En aquella existía una alternativa sistémica: el socialismo. Y su via de concreción: la revolución. El fantasma de la revolución rondaba a Europa. Y algún temor imponía a las clases acomododas. Temor a perderlo todo. Dos. Un británico ilustrado advertía desde antes sobre las posibilidades de una crisis y alertaba sobre los problemas del estancamiento, la deflación y el desempleo.También proponía una vía de salida sin romper con los parámetros del capitalismo. Una salida para el sistema dentro del sistema. Era John M. Keynes. Sus ideas dieron sustento, legitimidad y orientación a la acción política y a los gobiernos. Y la crisis pasó. Claro que en el medio arrasó la guerra, con su secuela descomunal de muerte y destrucción. Pero el mundo de posguerra, que será el mundo de poscrisis, se organizó atendiendo a aquellas ideas de Keynes (1). El Estado de Bienestar, las regulaciones a las finanzas y los organismos multilaterales, forjaron un andamiaje que le aseguró al capitalismo una salida virtuosa de aquellos dramas del desempleo y la guerra y una nueva y bienvenida ola de expansión, que multiplicó la producción, el empleo y el bienestar de un modo inédito. La democratización de las sociedades se profundizó al ritmo de una pauta salarial de distribución de las ganancias de productividad relativamente pareja entre el capital y el trabajo.Y se alcanzaron los menores niveles de desigualdad que las sociedades de mercado recuerden. Hasta que cambió el humor de época, desarmó el esquema y soltó las amarras para liberalizar al capital y dar paso a la ola neoliberal, que amplió desigualdades y asimetrías y hoy transita su crisis, dolorosa y prolongada para las mayorías, en el centro del mundo. La crisis nos afecta, no podría ser de otro modo. Pero no es nuestra crisis. Nosotros pasamos la ola neoliberal y los gobiernos populares emergentes desafiaron a ese paradigma. Las políticas activas de expansión y de inclusión, la recuperación de la capacidad de regulación y direccionamiento económico del Estado y la mayor autonomía para la elaboración de las políticas públicas van moldeando un proyecto de desarrollo capitalista pos neoliberal que en gran parte recupera terreno perdido por los sectores populares, pero también innova en las formas de inclusión y de ampliación de los derechos y la ciudadanía. El lugar que alguna vez ostentó Keynes no está vacante, lo ocupan los gobiernos populares de América Latina.    


(1)  Y a la expansión del socialismo, en principio, a buena parte de Europa.


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