Sin embargo, si analizamos cada componente por separado es posible encontrar distintas políticas racionales para revisar el cuadro tarifario. Veamos:
Parece razonable que el costo de producir o generar y distribuir la prestación lo pague el consumidor. Es lógico aplicar el principio del beneficio directo y pagará más quien más consume, y viceversa. Eso quiere decir que todos deben pagar la totalidad del costo de la prestación? No necesariamente. Una política interesada por la condición de los mas pobres puede perfectamente subsidiar una parte del consumo de esos sectores.
Por otra parte, el monto destinado a la inversión y garantizar el abastecimiento a futuro no tiene por qué pagarlo el consumidor ya que es toda la sociedad, presente y futura, la que se beneficia con esa inversión; entonces es razonable que se financie con impuestos que se pagan según la capacidad contributiva. Es decir, pagarán más los que más tienen y menos los que menos tienen.
Por último, no hay ninguna razón ligada a la calidad de la prestación para pagar la tasa de ganancia del proveedor. Si el servicio no lo provee un privado esa componente de la tarifa directamente se elimina. Que el servicio lo preste un privado con reglas de mercado o que lo garantice el estado como un derecho es solo una decisión política, pero afecta el valor de la tarifa. De modo que contrariamente a como se la presenta, la cuestión tarifaria tiene dimensiones técnicas y otras muy relevantes que son exclusivamente políticas.
Negarlo es predicar la nueva religión gobernante. La del dios Excel.
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