jueves, 15 de noviembre de 2012

“Cacerolas o Salarios”, o el debate sobre el modelo


Los economistas Arnaldo Bocco y Alejandro Otero, el periodista Eduardo Anguita y el sociólogo Ricardo Rouvier, discutieron sobre motivaciones económicas, políticas y sociales del “cacerolazo” del próximo jueves y del 13 de septiembre pasado, y se remontaron a las protestas lideradas por productores rurales o las encabezadas por el empresario Juan Carlos Blumberg  para tratar de explicar un fenómeno ligado a los sectores medios. Fue durante una charla-debate titulada “Cacerolas o Salarios”, que se realizó este lunes 5 en la sede del Partido Socialista Obrero Español de la Argentina y fue organizada por la Fundación Acción para la Comunidad (FAPC) y la Asociación Civil Estudios Políticos para el Cambio (EPOCA) y coordinada por Eduardo Sigal, Presidente de la FAPC.

A continuación, algunas consideraciones en torno a la exposición de Alejandro Otero:

Uno de los logros más significativos de los gobiernos e Néstor y Cristina Kirchner es que ha situado el debate en un piso mas alto, porque si hoy algunos están discutiendo lo que se da en llamar el “cepo cambiario” es porque hay sectores que tienen capacidad de ahorro y buscan dolarizar esos ahorros y no pueden. Se discute el “cepo” porque el Estado recuperó capacidad de regulación en el mercado cambiario y el acceso a las divisas. Si se discute la inflación es porque ha crecido notablemente la capacidad de consumo. Si se discute el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias es porque hemos dejado  de discutir el empleo de manera generalizada, si bien hay cierto nivel de informalidad, y porque los salarios se han incrementado.

En algún sentido ese fenómeno del cacerolazo que se dio en setiembre  y el que se viene, plantea una paradoja del éxito, porque plantea algunos debates y algunas discusiones que han dejado por detrás otros debates que tienen que ver con la cobertura cuestiones básicas y que felizmente y en gran medida, se han ido superando. Es solo comparar la situación de 2001/02, con 23% de desempleo,  con el presente.

Hoy el problema que enfrentamos es esencialmente político. Hoy vivimos condiciones objetivas muy favorables desde el punto de vista económico en un contexto de crisis y restricciones heredadas problemáticas. Entendiendo por crisis un fenómeno complejo que no es sólo el deterioro de Europa y Estados Unidos y que más allá de lo económico tiene que ver con un proceso contra civilizatorio, de avasallamiento de las conquistas democráticas en las sociedades más avanzadas. Ese fenómeno convive con un momento de expansión de Oriente, de la zona del Pacífico en general y de buena parte del os países emergentes, incluidos los de América Latina. En ese contexto, la Argentina tiene una situación privilegiada respecto de sus exportaciones de alimentos que va a mantenerse y ha logrado sustentabilidad fiscal: acumulación de reservas genuinas, desendeudamiento sistemático del Estado y mejora en la capacidad de recaudación son tres cuestiones que los “gobiernos k” consiguieron de manera simultánea. Y además hay condiciones favorables en nuestros principales socios comerciales: Brasil, China y también algún proceso de recuperación en Europa y Estados Unidos y hay, como sabemos, una dotación de recursos naturales privilegiada de la Argentina, cuyo aprovechamiento se potencia con la recuperación de YPF y que nos coloca en situaciones objetivas muy favorables a futuro.

Que no quepan dudas: la Argentina va a aprovechar estas condiciones favorables. Pero la cuestión es si todos nos vamos a subir al tren de la historia o sólo se va a subir una elite y las grandes mayorías populares van a mirar pasar este momento extraordinario desde los costados de las vías; creo que esta es la cuestión central que se platea en Argentina. Si la Argentina se sube en base a una reedición del modelo agroexportador, con alivio fiscal al capital, devaluación acelerada y vuelta a los mercados voluntarios de deuda o si aprovecha esta etapa para reinsertarse en el mercado mundial sosteniendo la expansión del mercado doméstico, el aumento sistemático del empleo formal, los salarios y la mejora en la distribución del ingreso. Creo que esta es la discusión central en esta etapa, y ese NO es un debate económico, es eminentemente político.



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