Entrevista que me realizaron el domingo 27 de enero de 2013 en Miradas al Sur junto a Horacio Rovelli, Hugo Yasky y Ricardo Rouvier en la que estuvimos tratando temas de coyuntura: inflación, política cambiaria, negociación salarial, ferrocarriles, etc.
–¿El aumento de precios es causa de inflación?
Alejandro Otero: –A veces porque aumentan los costos y otras porque las empresas mejoran su rentabilidad. Hay dos factores claves a considerar como problema: la concentración económica y los insuficientes niveles de inversión privada en un contexto de buenos resultados económicos. El fenómeno inflacionario actual en ningún caso es dramático. Comparar la situación con el Rodrigazo o la previa a la hiperinflación es agitar fantasmas para sembrar temores y dar curso a las demandas de ajuste y devaluación que tanto gustan a los sectores conservadores.
Horacio Rovelli: –Existe una puja distributiva entre los empresarios formadores de precios, como por ejemplo los supermercados, y los trabajadores que no quieren que sus salarios se devalúen. El aumento de precios está relacionado con la concentración y dominación en manos de pocos. La ganancia tiene un margen del 40 por ciento por sobre el costo, sobre todo de los productos lácteos. Hay una ley de abastecimiento que prevé el control de precios, pero el Gobierno no ha querido llegar a esa instancia. Prefiere amalgamar y dejar que la gente opte por no comprar lo que considera caro.
Ricardo Rouvier: –Hay todo un debate sobre la inflación, sobre todo en las líneas económicas. Obviamente, si se mira la lectura neoliberal se culpa de la inflación al exceso de demanda. Las políticas de distribución orientadas a disminuir las inequidades de los sectores trabajadores son vistas como aumento de demanda y presión sobre los precios. Por otro lado, hay otra concepción que pone la mirada en la estructura de la oferta. O sea, Argentina debe producir más y ese mejoramiento de la actividad económica debe distribuirse para mantener el consumo interno y sostener la producción nacional. El eje del desarrollo es crecimiento con distribución.
Hugo Yasky: –Hay una presión alcista de los precios que tiene que ver básicamente con un deficiente nivel de inversión de los grandes grupos empresarios que se hacen de sus utilidades y no reinvierten. No elevan la cantidad ni calidad de sus productos. Apuntan a que la devaluación les resuelva la competitividad en los mercados. A su vez, acusan de la suba de precios a los salarios. Una investigación del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) destaca que la rentabilidad empresarial estuvo por encima del ingreso de los salarios, lo cual demuestra la inconsistencia del aumento.
–¿Es correcta la política cambiaria que lleva el Gobierno?
A.O.: –La política de sostén de un tipo de cambio competitivo y diferenciado, vía retenciones selectivas y otras medidas fiscales, tiende a asegurar los tipos de cambio diversos que la heterogeneidad del desarrollo del país necesita. Por otra parte, la postura del Gobierno para fortalecer la moneda nacional ayuda a consolidar la política cambiaria. El discurso conservador y neoliberal reprocha al gasto público y a la emisión todos los problemas de la economía: la inflación, el blue, etc. El dólar paralelo es un fenómeno tan marginal como provisorio.
H.R.: –El Gobierno ha permitido que exista un mercado paralelo del dólar. El ingreso de las exportaciones se liquida al dólar oficial, pero el dólar blue existe para la gente que se quiere ir afuera y no consigue divisas. Esto se debería arreglar.
R.R.: –El BCRA ha tendido a acelerar la devaluación diaria para acercarla más a los niveles de inflación. La inflación no es baja y esto fuerza a la aceleración de la divisa que pone en riesgo la importación. El Gobierno lo viene administrando frente al fantasma devaluatorio que reclaman sectores concentrados. Sabemos que una devaluación impacta en los salarios. Esta brecha con el dólar blue marca en el imaginario de los mercados, como el inmobiliario, recesión.
H.Y.: –Todas las medidas que lleva adelante el Estado para controlar la cotización del dólar son positivas. Es una manera de garantizar el poder adquisitivo de los trabajadores.
–Algunos gremios solicitan un aumento salarial del orden del 30 por ciento, ¿es factible otorgar esa suba, así como también fijar paritarias cada tres meses?
A.O.: –Con realidades de condiciones de empleo tan distintas, hablar de cifras generales de aumento es ocioso. Y en las condiciones actuales plantear paritarias cada tres meses es un disparate. Dada la relación de fuerzas, los salarios van a depender de la productividad sectorial, la inflación y el impacto de la política impositiva.
H.R.: –Si aumentan los salarios y los precios es una espiral. Cuando aumentan los sueldos, los empresarios enseguida trasladan la suba a los precios. La inflación en pesos arrastra la inflación del dólar. Plantear paritarias cada tres meses no es efectivo porque el ajuste es temporal. El proceso tiene que curarse de raíz. O sea, no permitir convalidaciones de aumento de precios, para eso existe la Ley de Abastecimiento.
R.R.: –Hay disputas por las perspectivas inflacionarias. Sectores de la CGT oficial quieren discutir paritarias dos veces al año y tiene sentido de ajuste. Por otro lado, otro sector del sindicalismo pretende fijar paritarias cada tres meses y esto impacta sobre las perspectivas inflacionarias. Estas medidas van a impactar negativamente en los precios.
H.Y.: –Nosotros estamos pidiendo una suba del 25 por ciento porque creemos que es razonable y tiene relación con dos puntos de referencia. Uno es el aumento que hace cuatro meses se acordó en el Consejo del Salario y que estuvo por arriba del 25 por ciento. El otro punto es el índice que Cifra marca como referencia y es el porcentaje que reclamamos. Pedir paritarias cada tres meses tiene que ver con el hecho de que quieren empujar para que haya una devaluación en la Argentina. De esta manera, los trabajadores regresan a los salarios de 2001. Pierden en poco tiempo todo lo conquistado durante estos años. Para un sindicato es una indecencia pedir esto porque representa a las patronales, a los grupos concentrados de la economía.
–Los sindicatos ferroviarios quieren que el Estado se haga cargo de los trenes ¿Debería ser el Gobierno el que asuma la tarea o, por el contrario, deben ser los privados quienes administren los ferrocarriles?
A.O.: –La decisión del gobierno de CFK de asumir un rol protagónico del Estado en la recuperación y fortalecimiento de nuestros ferrocarriles me parece de las más relevantes del Gobierno. El Estado no puede estar ausente de la política de transporte en general y del ferrocarril en particular. El debate es qué política seguimos. No es lo mismo, por ejemplo, la política elitista que Macri impulsa en la Ciudad con un subte caro y confortable para pocos, que una política de transporte orientada a mejorar la calidad de la prestación con tarifas adecuadas a los niveles de ingreso de las personas. Poner al ferrocarril a la altura de las necesidades brinda una oportunidad histórica para mejorar la competitividad de la economía argentina. Junto a la política de vivienda y la de ciencia y tecnología creo que constituyen los próximos pilares de la profundización del proyecto kirchnerista.
H.R.: –Darles subsidios a los Cirigliano es sólo para que roben plata. El Gobierno está intentando otra matriz, compra vagones, acuerda con empresas arreglar las redes ferroviarias y va a seguir más de cerca a los concesionarios. Esperemos que esto tenga razón de ser. El Estado Argentino hoy no tiene la capacidad para estatizar los ferrocarriles. No puede hacer todo, pero sí tiene que fiscalizar, ver que las inversiones se hagan y el servicio se brinde en forma digna. También los concesionarios deben tener libros de quejas accesibles para que los usuarios puedan presentar sus reclamos. Si todo esto hubiese funcionado bien, la tragedia de Once se hubiese evitado.
R.R.: –En el mundo hubo un cambio dado sobre la base del precio del petróleo y la distribución de mercaderías, por lo que los ferrocarriles regresaron a las manos de los Estados. La crisis petrolera provocó que los países dieran prioridad a la baja en los costos de distribución y a querer ofrecer un transporte más económico. No me sorprendería que en la Argentina se encare la posibilidad de estatizar los ferrocarriles.
H.Y.: –No creo en la nacionalización de los ferrocarriles como tampoco en la privatización sin control. Debe haber una política de transporte fiscalizada por el Estado, tanto en el transporte de carga como el de pasajeros. El Estado debe tener poder de decisión.
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