¿De dónde
partimos?
Esta resultante nada tiene de natural o azarosa. Es en gran
medida el producto de las políticas aplicadas desde el gobierno de la Ciudad.
En efecto, la respuesta de la gestión del PRO en la Ciudad a todos los desafíos
que enfrentó fue la misma: impuestazo y endeudamiento. Sistemáticamente, desde
el inicio de su gobierno en 2007 y año tras año, nos ofreció un cóctel
combinado con dosis crecientes de estos dos amargos ingredientes. Cualquiera
sea la cuestión que enfrentó en la
gestión de gobierno: la seguridad, el impacto de las inundaciones, el
mantenimiento urbano o la recolección de residuos, el macrismo siempre tuvo una
misma “solución” a mano: impuestazo y endeudamiento. Con la más reciente y
demorada aceptación del traspaso del subte, la receta se reiteró. Y ahora para
hacer frente a los vencimientos del endeudamiento creciente, se busca nueva
deuda para poder financiarlos.
De tal dudosa suerte, hoy los porteños financiamos el
presupuesto más alto de la historia de la Ciudad , casi 90.000 millones de pesos, sin que
ninguno de los grandes problemas se vean resueltos. En efecto, vivienda,
transporte, higiene, inundaciones y seguridad perduran en la agenda de las
cuestiones irresueltas a pesar de que los impuestos que pagamos y el
endeudamiento de los porteños crecen año tras año.
Si bien el más comentado es el incremento del llamado ABL, que
en promedio este año subió un 25% y continuará subiendo hasta alcanzar el 1%
del valor fiscal del inmueble, porque así lo manda la Ley , todos los demás
gravámenes de la Ciudad
se incrementaron. Ingresos Brutos en varias actividades, las patentes de los
automotores y el impuesto de sellos, que son los principales recursos de la Ciudad e impactan de lleno
en el bolsillo de los porteños, subieron sensiblemente durante estos 2 mandatos
de gobierno PRO.
Paradójicamente, año tras años el presupuesto muestra niveles de
subejecución escandalosos. ¿Dónde?, justamente en el gasto social y la
infraestructura pública. Es decir, se invierte menos en aquellas cuestiones que
tienen mayor impacto en los sectores populares pero se incrementan las
contribuciones de los sectores populares.
Lo curioso es que estos aumentos de impuestos se dan en el marco
de un crecimiento fenomenal de la recaudación producto de la bonanza económica
que impulsaron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y del incremento de
precios que, como sabemos, nos perjudica a la mayoría pero beneficia al fisco porque
recauda más. Incluso crecen los recursos que la Nación gira a la Ciudad , para el año que
comienza se estiman en 7.600 millones, es decir un 10% de los ingresos
tributarios de la Ciudad.
Con todo y mientras que en la recaudación nacional crecieron los
impuestos progresivos, en el caso de la
CABA se observa la tendencia contraria. En efecto, los
recursos que provienen de los sectores de mayor capacidad contributiva pasaron
de representar un 18,5% del total en 2007 al 12,3% en 2015 según la proyección
presupuestaria.
Con esta tendencia retrógrada mucho tiene que ver la reforma del
inmobiliario (ABL), que fue presentada como un avance para ganar progresividad
en el sistema, pero que resultó todo lo contrario. Dos son las razones que
desmienten el argumento macrista En primero lugar, se impuso una
contribución mínima de $600 anuales ($300 para el impuesto inmobiliario y
$300 para el ABL), lo que significó aumentos muy elevados en las propiedades de
menor valor, que por ende contribuían menos. En muchos casos este incremento
superó el 500%. Es decir que los propietarios e inquilinos de propiedades de
menor valor hicieron el mayor esfuerzo. En segundo lugar, la última
reforma estableció una reducción de tramos sobre los que se aplica la alícuota,
pasando de 15 a
7, junto con una reducción en la brecha existente entre la alícuota mínima y la
máxima. Ambos factores restan progresividad al tributo. De modo que las
históricas asimetrías e inequidades verticales y horizontales de este impuesto
no solo no se han resuelto, en muchos casos se han agravado.
En tanto no se realice un cambio radical en el método de
valuación de los inmuebles de la
Ciudad los problemas persistirán y las “reformas”, como en
este caso, desnudan más temprano que tarde su objetivo meramente
recaudatorio.
Pero además y en paralelo en la Ciudad crece la deuda. El
endeudamiento del Gobierno de la
Ciudad se cuadruplicó (y más) durante la gestión de Macri al
pasar de U$S 500 millones en 2008
a U$S 2.100 millones en 2014.
Llama la atención que, en un sentido contrario al de la Nación y las Provincias,
que han disminuido el peso de la deuda sobre el gasto y se alejaron del
endeudamiento en dólares, la
Ciudad incrementa su deuda en dólares. ¿Porqué la Ciudad se endeuda en
dólares para financiar un déficit en pesos? ¿Genera dólares la Ciudad ?, NO. ¿Entonces? Al
margen de los que le prestan y los comisionistas que intervienen en estas
operaciones, ¿quién se beneficia con el endeudamiento en dólares?
La política de endeudamiento de Macri llevó a que en poco más de
un lustro la Ciudad
pasé de ser un Estado casi sin deuda a uno que tiene un ratio de Amortizaciones
e Intereses de Deuda Pública sobre Ingresos Corrientes de 10,51% para 2015, uno
de los más elevados de su historia.
En el cuadro que sigue puede verse la evolución del
endeudamiento en la Ciudad ,
los números son elocuentes.
En definitiva, la gestión del macrismo en la Ciudad ha significado una
fenomenal transferencia de recursos desde los sectores populares, que
contribuyen de modo creciente, hacia un grupo reducido de sectores
concentrados. Contratistas y concesionarios de obra pública, especuladores
financieros e inmobiliarios y la sobre expansión de la estructura con cargos de
jefatura (gerencias) y del gasto en publicidad rigen el destino de las finanzas
públicas en la Ciudad
y resultan claros beneficiarios de la orientación del actual gobierno porteño.
Una experiencia conocida y tardía del neoliberalismo a escala urbana. Una
experiencia a superar definitivamente.
¿Hacia dónde
creemos que debemos ir?
Superarla requiere construir una fuerza política amplia y plural
que sea capaz de ganar, gobernar y transformar la Ciudad de cara al 2020 y un
conjunto de puntos de atención sobre los cuales transformar nuestra Ciudad para
que sea definitivamente un modelo de desarrollo urbano equitativo y
sustentable.
Esos puntos, a nuestro entender, implican de mínima: recuperar
el Puerto, profundizar la descentralización, consolidar la metropolitanización
y democratizar el acceso a la seguridad y la vivienda.
• El Puerto, hoy en manos del estado nacional, esa paradoja en la Ciudad de Bs As de ser
porteños sin puerto, implica recuperar una fuente extraordinaria de recursos sin
afectar los bolsillos de los porteños y que hoy, más que la nación, apropian
los concesionarios privados que explotan el comercio exterior argentino. Pero
también abre a la posibilidad de repensar radicalmente el desarrollo urbano y medioambiental
de la Ciudad.
• Profundizar la descentralización implica superar la brecha que
hoy existe entre las instituciones de la Constitución local,
modernas y ambiciosas y un estado y un modelo de gestión que, lejos de ser
bobo, sirve bien a los intereses de unos pocos que hacen de las ineficiencias y
la corrupción sus ganancias. Solo por poner un ejemplo obvio; el interés
colectivo reside en que un bache, una vez reparado, no se repita. Pero hay a
quien le sirve que se reitere con la mayor frecuencia posible. ¿Qué sucede con
los baches de su barrio? ¿Se trata de un estado ineficiente o de un estado que
le hace el juego a determinados contratistas?
• Metropolitanizar, un movimiento de gestión que debe ir en
paralelo con la descentralización para superar el estado actual y lograr una
gestión de gobierno eficiente y democrática, implica abordar temas complejos
junto a la Nación
y la Provincia
de Bs As: transporte, seguridad, higiene urbana, salud y educación -al menos-
son un puñado de cuestiones que requieren una gestión coordinada entre estas
tres instancias de gobierno para superar los nudos gordianos que se generan al
persistir en intentar darles resolución local a problemas que en la actualidad
tienen dimensión metropolitana.
• Democratizar el acceso a la seguridad supone avanzar hacia una
sola fuerza policial en el territorio
porteño, con conducción civil y elección de los comisarios por comuna y
coordinar con los vecinos los programas de prevención del delito. La prevención
del delito no es una cuestión que atañe solo a la policía. Cada uno de nosotros
sabe los problemas que se han enquistado en su barrio. La
participación es un marco para poner en políticas eficaces ese conocimiento.
• Democratizar el acceso a la vivienda supone garantizar a todos
los habitantes de la Ciudad
el acceso a una vivienda digna en zonas urbanizadas. La combinación de las
políticas de desarrollo urbano, con el financiamiento y la construcción de
viviendas populares debe resolver en pocos años lo que el mercado inmobiliario,
hoy rey y señor de los destinos de la deriva urbana de la Ciudad , nunca logrará.
No se trata solo de dar respuestas técnicas a los problemas de
la Ciudad y de contar con el equipo de gestión adecuando, se trata de articular
y darle poder a un Proyecto Político que pueda vencer a los poderosos intereses
que, al amparo del macrismo, quieren que nada cambie en la Ciudad y nos contentemos
con el metrobús, la veredas coquetas y la ornamenta de la metropolitana.
* Alejandro Otero es candidato a legislador por el Frente Grande. Forma
parte del FPV. Fue Director General de Rentas de la Ciudad (2000/06) y fue
Director en distintas direcciones de la AFIP.
Es Profesor universitario y se graduó como CPN y Magister en
Administración Pública (UBA)
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