lunes, 25 de enero de 2016

¿La Cuestión Capital o la Cuestión Federal?

El reciente incremento en el porcentaje de recursos que le corresponden a la CABA sobre la recaudación a cargo de la Nación, dispuesto por decreto presidencial y que eleva la tasa del 1,4 al 3,7%, reedita la cuestión de la relación financiera entre el estado nacional y las provincias. Este tema se reinstaló con fuerza a partir del fallo de la CSJN de diciembre último, en el que se dispuso el cese de la afectación de fondos coparticipables destinados desde la década del ‘90 al financiamiento del Anses y su devolución a tres provincias. La cuestión, sin dudas, forma parte de la más postergada agenda del país.

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Baste solo recordar que la Cláusula Transitoria Sexta de la CNA mandó sancionar una nueva ley de coparticipación antes del 31/12/96 y sigue incumplida. 

Sin embargo, la medida no enfrenta el tema y reitera la “solución tipo parche” ante problemas de fondo que más temprano que tarde reedita el problema que se pretende resolver. En efecto, una vez más la cuestión tiende a centrarse en la puja por los recursos antes que en la discusión sobre el federalismo argentino. Bien hicieron notar desde el bloque del FPV que la Ciudad es el distrito más rico del país, cuenta con el mayor nivel de autofinanciamiento y goza de otros beneficios (como los subsidios a tarifas de servicios públicos por ejemplo) que otras jurisdicciones no tienen. Sin dudas no es la Ciudad el distrito prioritario del país para recibir más recursos de la Nación. Pero el tema es complejo y la asignación de más recursos a la Ciudad no puede ser tomada como una mala noticia. ¿Por qué? ¿Cómo es esto?

En primer lugar, la CNA dispone en su artículo 75 que no hay traspaso de funciones sin su correspondiente financiamiento. Y dado el traspaso de la Policía Federal corresponde transferir más recursos a la Ciudad. Pero bien hicieron notar también nuestros diputados, la suma a transferir duplica al menos los recursos que financian a la Federal. Se estima que el costo de la Federal ronda los $ 9.000 millones año. Y el nuevo porcentaje le girará a la Ciudad unos $ 19.000 millones en 2016.  

Pero también existen otras razones para que la Ciudad obtenga más recursos. En efecto, el porcentaje de 1,4% fue uno de los mayores progresos en el financiamiento de la Ciudad Autónoma. Hasta 2003 la Ciudad recibía una suma fija por parte de la Nación. El incremento de la recaudación nacional que comienza con la recuperación económica tras la crisis de 2001 resultaba indiferente para la Ciudad. En concreto, los porteños aportaban más pero recibían lo mismo. El acuerdo entre los gobiernos de Aníbal Ibarra y Duhalde estableció ese porcentaje y la transferencia del impuesto de Sellos. A partir de entonces la Ciudad se “asoció” a los incrementos de la recaudación nacional. Sin embargo, la Ciudad nunca dejó de plantear la asimetría entre los recursos que aporta y los que recibe. Naturalmente, la Ciudad es un distrito llamado a aportar más de lo que recibe, dada su condición de distrito relativamente más rico. La cuestión no es la asimetría entre lo que aporta y lo que recibe la Ciudad. La cuestión es el tamaño de la brecha. Similar en esto es la situación de la Pcia de Bs As. O incluso más grave y más urgente.

Desde esa perspectiva, la asignación de un porcentaje mayor a la Ciudad repara y atiende una vieja demanda de todos quienes pugnamos por la Ciudad Autónoma.

El problema no es entonces la asignación de mayores recursos a la Ciudad a costa de los recursos de la Nación (y no de las Provincias como han confundido algunos, toda vez que el porcentaje en cuestión aplica sobre la porción que corresponde al estado nacional y no sobre la que compete a las provincias). El problema se presenta si una vez más se evita discutir la cuestión que subyace: el agotamiento del federalismo fiscal argentino. Es decir, la necesaria discusión sobre qué federalismo queremos y cómo lo financiamos. Es en ese marco que conviene situar la cuestión Capital. De lo contrario otra vez nos sometemos al tironeo que se parece mucho al problema de la ”frazada corta”, cuando el país está en condiciones de generar suficientes recursos para atender las necesidades de un federalismo que promueva la igualdad de un piso de bienestar a lo largo y ancho de todo el territorio.

Pero se requiere tematizar algo más que la razonabilidad del reciente incremento de la alícuota de la Capital. Se requiere al menos plantear si vamos a avanzar en la centralización o no de la recaudación o como vamos a avanzar hacia los coeficientes objetivos que manda la CNA para identificar la verdadera condición de obligaciones, necesidades y capacidades de financiamiento con la que cuenta cada jurisdicción. Debatir por fin de qué modo vamos a gravar las rentas y de qué modo al resto de las manifestaciones de riqueza, lo cual supone revisar el vetusto sistema tributario vigente.  

De lo contrario y más allá de la entendible disputa política, el federalismo decimonónico seguirá agonizando lentamente en el siglo XXI, como empezó a hacerlo durante el último cuarto del siglo XX. No hay nada que lamentar en ese deceso. El problema es que muera sin que nazca una instancia superadora capaz de potenciar los impulsos democráticos y de progreso que aún laten en el suelo argentino.   


Alejandro Otero
Vicepresidente Frente Grande Capital
CABA, 21 de enero de 2016


       

                

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