Macri prefiere lastimar el bolsillo de los ciudadanos con impuestazos y endeudamiento (para este año la cifra ronda los 1600 millones), y al no adherir al blanqueo que rige desde hoy, poner en desventaja a la ciudad para atraer inversiones que promuevan trabajo y desarrollo.
Privarse de los beneficios del blanqueo por la defensa de una supuesta cultura tributaria, en un país y una Ciudad con sistemas tributarios tan regresivos, es una hipocresía y una estupidez. ¿Por qué no condiciona la obtención del beneficio a la aplicación de fondos, en lugar de ir torpemente, con voracidad fiscalista, a desalentar a probables inversores?
Desde el comienzo de su mandato, Macri trató de hacernos creer que la Ciudad tiene un problema de falta de recursos; ahora aduce que el gobierno nacional obstruye el endeudamiento. Lo que notoriamente falta es gestión.
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